Despierto y mi cama parece una ciudad vacía, llena de olvido y de sueños rotos, se ve inmensa ahora que él ya no está, siento un poco de angustia y de tristeza y con mis dedos casi temblorosos recorro el espacio que solía ser de él, que solía llenar su cuerpo imperfecto pero delicioso que me ponía una gran sonrisa en mi cara todas las mañanas, observarlo era la primera actividad que hacía antes de levantarme, el llevar esa preciosa imagen en mi mente todos los días mantenía mi humor equilibrado y los latidos de mi corazón en el ritmo perfecto.
Su espalda sensual y masculina, ese tatuaje en el brazo que tanto me gustaba y excitaba. Su lunar secreto en esa parte exacta antes de llegar a su bien formado trasero, escondido pero a la vez expuesto para mi, adoraba la idea de saber que yo era la única que podía verlo, era mío a fin de cuentas. Mio. Dormía como una piedra y podía dibujar con mis dedos en su suave piel morena sin que despertara, su color, sus lineas y sus curvas eran mi perdición, sentía que pasaba horas mirándolo dormir. Ahora lo único que queda en esta cama es un cuerpo desnudo, un corazón roto y un alma lastimada.. ¿Será que mis caricias no surtieron efecto alguno? ¿Será que mi amor no fue suficiente?.. Será que ella...
Y antes de que las lágrimas empiecen a caer, escucho el tono de mi celular.. Es él, pienso de inmediato, debe ser el, pero ¿Cómo se atreve? Lo más seguro es que este con ella, Ella. La que ahora conoce mi lunar.. Ella.
Continuará..
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